El ajedrez no es un juego elemental, dadas las inmensas posibilidades que ofrece cualquier partida. En eso se parece bastante a la vida real. Pone en juego la estrategia de los jugadores, la capacidad de análisis y previsión, la resistencia, el respeto por el oponente, la perseverancia hasta la victoria, la capacidad de aceptar la derrota y el fracaso, entre otras virtudes.