Las ideologías son parte del problema que hace que muchas personas no actúen de forma lógica, trayéndonos consecuencias muy serias y perjudiciales cuando se aplican al ámbito social

Puede que en algún momento histórico la aparición de una ideología haya tenido algún valor, pero la cosecha en general es bastante rechazable.

Me parece muy completo el artículo de Wikipedia sobre ideología http://es.wikipedia.org/wiki/Ideología, hasta el punto que desmotiva a escribir mucho más sobre el asunto.

Si hablo de cualquier cosa con alguien que milita en una determinada ideología, todo lo que dice se convierte en repetición de ideas prefijadas, y realmente ajenas, que se toman por ciertas a falta de una idea propia.

Cuando alguien se declara ‘feminista’ o ‘ecologista’ o ‘sindicalista’ o ‘socialista’ o ‘capitalista’ por poner ejemplos, es como si dejara de razonar sobre ciertas cuestiones que son evidentes para una mayoría. Toda la realidad se pone en función de lo que dicta su ideología.

Un feminista estará en favor de que se endurezcan las leyes contra los hombres que abusen de las mujeres, pero no estará en favor de que se endurezcan las leyes contra las mujeres que abusan de los hombres. Un ecologista estará convencido del ‘cambio climático’ y preferentemente del ‘calentamiento’, cuando no hay evidencias de que exista tal cambio ni de que sea consecuencia de la actividad humana. Un sindicalista nos dirá que los patronos abusan de los trabajadores, pero a lo mejor tiene acciones de empresas, de forma que eso le convierte en patrono y lo que es más grave, puede que esté ‘liberado’ con lo que recibe dinero del patrono por no trabajar. Un socialista estará convencido de que el Estado ha de gastar lo más posible ‘en gasto social’, sin tener mucho en cuenta de que el dinero no se crea ni se destruye y todo gasto que supere los ingresos se ha de pedir prestado y ha de devolverse con intereses, que pagamos todos vía impuestos. Un capitalista tenderá a conseguir el máximo beneficio sin considerar que detrás de los productores hay personas.

Hay ciertos ‘ismos’ que tienen gracia, porque los admiten gran parte de la población que sin embargo condena sus opuestos, igual de arbitrarios. El feminismo me parece igual de deplorable que el machismo. Ambas visiones de la sociedad no tienen en cuenta que las personas de ambos sexos deben tener los mismos derechos y deberes, en la medida de sus posibilidades. El socialismo es igual de deplorable que el fascismo, porque ambas ideologías propugnan que el Estado controle nuestras vidas y decida por nosotros. La economía centralista es igual de nefasta para la vida en sociedad que la economía en la que sólo se dejen a su libre acción las leyes del mercado capitalista. Y así sucesivamente. Todos los ‘ismos’ han llevado a una partición entre personas a favor y en contra, que defienden una posición sin siquiera analizar los hechos, con el consiguiente enfrentamiento entre ellas, estropeando la convivencia.

En nuestro país, bajo el pretexto de aumentar los derechos sociales, ‘verdad’ incuestionable de la ideología socialista, el gobierno ha estado despilfarrando los recursos procedentes de los impuestos aportados por todos, de forma que ahora estamos endeudados por varias generaciones y con la mayor amenaza para el mantenimiento de dichos derechos, como son una jubilación digna, una buena sanidad y una moderna educación.

Hubiera bastado aplicar el sentido común para ver que el ‘cheque bebé’, los 400 euros, el ‘plan E’, los subsidios no contributivos y todos los gastos extra que se acometieron aplicando la ideología socialista, llevan al Estado a la miseria y con el, a las empresas y particulares, porque todo el dinero disponible lo capta el Estado, en gran medida para pagar una deuda creciente. El sentido común también muestra que la mejor garantía de tener derechos sociales y el mejor subsidio de desempleo es tener a los trabajadores trabajando.