La crisis: Despilfarro, privilegios y estructuras obsoletas
La mejor actuación de los poderes públicos para salir de la crisis es efectuar los cambios necesarios en el sistema para que la actividad se restablezca: cortar el despilfarro y los privilegios y modificar las leyes que faciliten el flujo de dinero.
¿Que hacer cuando ya se ha desatado la crisis?
Si miramos el modelo de la autopista, cuando hay retenciones, o sea una disminución relativa de la marcha por la avalancha de vehículos que no puede soportar la autopista, cada cual se adapta, se avanza despacito, y cuando pasa un rato se llega a un tramo en el que va desapareciendo el atasco y se vuelve a la normalidad. El equivalente económico es que los pagos se atrasan, pero se efectúan y las empresas van trampeando y contratando a un ritmo más reducido pero efectivo. La mejora de la circulación a largo plazo en la autopista es muy costosa y lenta pues hay que ampliar la autopista o limitar la velocidad de circulación.
En términos económicos las acciones para la mejora de la circulación serían elaborar leyes que permitieran más capacidad de operaciones, como unas leyes laborales o de mercado que facilitaran la contratación de personal y la creación de empresas, una administración, incluida la de justicia, que respondiera de manera eficiente a las necesidades del mercado y que resolviera los problemas empresariales y laborales con rapidez.
Es fundamental la eliminación de cualquier privilegio, valga el símil, como los que se producen en un atasco, donde hay ‘listos’ que adelantan por el arcén, o aprovechando la rampa de vehículos lentos: cuando el arcén se estrecha o de tres carriles se pasa a dos en la cima de la cuesta, estos privilegiados que suben a toda velocidad frenan la marcha de los otros dos carriles. Las reglas del juego han de ser las mismas para todos, para que la marcha sea fluida y en caso de retención no se aprovechen unos pocos a costa de todos.
Una intervención típica de las autoridades económicas en las crisis suele ser una emisión de crédito barato, bajando los tipos de interés. Es como aumentar la velocidad permitida, cuando los vehículos simplemente no pueden circular porque la vía está obstruida. Por lo tanto, más que crédito barato pero que no llega a empresas y particulares, lo que se necesita es que se genere crédito globalmente, que haya liquidez para todos los agentes económicos. El crédito más barato es el que proviene del ahorro, empezando por la propia administración: lo primero es cortar el despilfarro. Con ello se puede volver a generar el dinero suficiente para que todo el sistema vuelva a funcionar con fluidez.