La miseria de los vaqueros.
Está claro que vivimos en una sociedad de ricos donde muchas cosas han perdido su valor.

Vaqueros rotos
Se ha instaurado esta costumbre o moda de que, los vaqueros, la prenda todoterreno que no puede faltar en el armario de cualquiera, se tengan que llevar con un roto en cada rodilla o con un espantoso agujero a la altura de la nalga o encima del bolsillo.
No lo entiendo. Recolectar el algodón después de haberlo plantado y mimado en toda su evolución vegetal, seleccionarlo, someterlo a limpieza de impurezas, hilarlo, tejer una tela resistente y flexible, teñirlo, cortar la tela según un diseño o patrón, coserlo… Y luego romperlo miserablemente porque ‘está de moda’. Y la gente lo compra roto. Nuevo y al mismo tiempo roto. No se dónde me he perdido. Una cosa es apurar la vida de una prenda por la que sentimos cariño y no queremos desprendernos de ella y otra es que estemos pagando por algo que lo normal sería hacer trapos con ello o tirarlo a la basura.
Y me imagino que un día una niña rica del mundo del show o ‘cantante’ con dinero para poder llevar prendas lujosas decidió hacer la gracia de demostrar a sus fans que seguía llevando ropa vieja porque no había perdido su condición de miembro de ‘la gente’. O más bien directamente se puso a romper por aquí y por allí unos vaqueros nuevos como signo de provocación más que de rebeldía, para llevarlos puestos en el penoso estado resultante. Eso si, junto a un diamante de gran tamaño en su anillo. Y esa ‘gente’ es tan del género ‘homo sapiens’ que la imitó luciendo lo mismo, excepto por lo del diamante…
Un miembro de la sociedad de pobres no haría eso. Preservaría el vaquero hasta su último uso posible. Pero un humano de la sociedad de ricos puede permitirse tener más de un vaquero, aunque se compre el averiado para lucir unas inoportunas rodillas o el pedazo de piel de la nalga que asoman por los agujeros.

Sociedad de ricos. Centro comercial.
Hay miserias de las que no se puede huir. Lo lamentable es que se viva de formas que demuestran que tenemos mucho tiempo y nos sobra el dinero que, cuando nos parece, tiramos miserablemente.