No Actuar
Cuando alguien actúa modifica el equilibrio de su entorno, provocando con ello necesariamente una reacción.
Esa reacción es siempre de oposición.
En cambio si se actúa cuando otros han tomado una iniciativa nuestra acción tenderá a restablecer el equilibrio modificado.
Esto no debería ser una regla fija. Casi seguro que no lo será, visto desde el punto de vista propio, si la acción es como reacción a una acción ajena, ya que las acciones ajenas pueden ser muy variadas, sin control por nuestra parte.
Como consecuencia: no es preciso ajustar nuestra acción a un patrón o principios fijos, por lo que nuestros enemigos no pueden predecir ninguna reacción que les sirva para vencernos.