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El acostumbramiento al establo o domesticación (ficción)

He dicho más de una vez que somos animales estabulados (Aunque nuestro establo o corralito es un poco más ancho que el de los cerditos y las gallinas). Creemos que hacemos lo que queremos, cuando en realidad salimos cada día de nuestra vivienda, vamos al trabajo (los que aún tenemos), hacemos lo que nos mandan, nos dan lo que les parece y volvemos otra vez a casa para ver la tele, o leer un poco antes de dormir.

Nos hacen creer que vivimos en un sistema de organización que llaman Estado Democrático. Sin embargo los partidos políticos, que tienen el control del Estado en todas sus facetas (ejecutivo, legislativo, judicial, la prensa-oficial-y-la-subvencionada) eligen a sus líderes por aclamación o por medios a los que el ciudadano no tiene acceso.

Nos hacen creer que vivimos en un Estado de Derecho, pero parece que el Estado de Derecho es de chicle y se puede estirar según la conveniencia del poder político con fines electorales.

Nos hacen creer que vivimos en un sistema en el que todos somos iguales ante la ley, cuando sabemos que hay aforados, intocables y curiosas obligaciones que solo se aplican al ciudadano normal pero nunca a los honorables, en particular cuando declaran que no van a cumplir la ley.

El acostumbramiento al establo lo van creando las rutinas, empezando por ir a la escuela, por ver lo que hacen nuestros padres, por estar en una comunidad de vecinos, por lo que hacen nuestros compañeros de trabajo y sobre todo mediante los omnipresentes medios de comunicación, de forma que lo que vemos continuamente acaba pareciendo normal (los sociólogos lo llaman socialización).

Sin embargo cada vez el lazo es más tenso, tenemos menos movilidad. Por la crisis, se va estrechando el círculo. La ilusión de tener libertad para ir y venir se termina cuando apenas alcanza cada mes para pagar la hipoteca, la compra y todos los recibos, no hay dinero para llenar el depósito del auto o cuando hay que apretarse el cinturón para llevar al niño al cole en el que le enseñan en inglés. Al final acabamos en una situación semejante a la que se lee en este artículo que compara lo sufridos clientes bancarios con los medievales siervos de la gleva.

Los que creen tener suficiente poder ya se atreven en España a negar el Estado Central para crear uno propio, un pequeño reducto de poder de carácter feudal, como en la Edad Media, de forma que todos sus súbditos les hagan acto de vasallaje para poder seguir siendo miembros del redil.

Al final, como estalle en nuestra civilización la burbuja de materias primas y la tecnológica, nos vemos abocados a una vida aún mucho más medieval de la que ya tenemos. Llevamos años preparándonos para ello. Ya estamos domesticados.
Menos mal que de momento queda el blog y el twitter… 🙂

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