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El nacionalismo como dependencia psicológica

Publicado en http://www.castelloninformacion.com el 25 de agosto de 2014

Los estímulos del comportamiento humano están marcados con una dosis de placer proporcional a la importancia del acto provocado y a la dificultad para conseguir lo que pretendemos. Por ejemplo, sentimos placer cuando comemos y es mayor si llevamos un tiempo sin comer. Recuérdese: “A buen hambre no hay pan duro”.

De la misma forma los actos que se repiten y crean dependencia, como fumar, que aparentemente no siguen este principio, son el resultado de hacer trazable, y por tanto consciente y voluntario, el acto de respirar, de trascendental importancia para la vida pero que pasa desapercibido por la facilidad de respirar inmersos, como estamos, en una atmósfera respirable.

El placer de fumar es en realidad el placer de respirar. Cuando más cuesta respirar, más placer se siente al notar que lo hacemos: como el humo dificulta la respiración sin impedirla, produce placer. Si la dificultad de respirar fuera permanente sería desagradable y es por lo que tampoco a los fumadores les gusta respirar en una habitación llena de humo.

Pero fumar es malo. El ser humano cae en dependencias como escape de la ansiedad. Puede dejarse de fumar haciendo consciente la acción de respirar y rebajando la ansiedad mediante técnicas de relajación. O mostrando sus efectos: yo dejé de fumar hace ya muchos años después de leer que en el humo del tabaco hay más de 2.000 sustancias nocivas, no siendo las más peligrosas el alquitrán y la nicotina, sino los radicales libres que queman a temperatura ambiente aquello que tocan (los bronquios). En este caso bastó conocer la realidad, y al día siguiente estaba libre de la dependencia de fumar.

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Sentirse parte de un grupo (o región) es bueno. Si se exagera sistemáticamente el orgullo sobre su grandeza, manipulando la Historia, sin referencias reales, puede resultar placentero para sus miembros. Los políticos nacionalistas lo completan aumentando la ansiedad, criticando al ‘Estado’ (“Espanya ens roba”). Crean un círculo vicioso o dependencia en que se hace consciente insistentemente la pertenencia a una tribu y simultáneamente la irritación porque esa tribu no tiene “el derecho a decidir”. Y se blindan detrás de su bandera.

Con esto tenemos el sustrato del paraíso nacionalista: una sociedad bastante idealizada por la propaganda, de la que se exageran sus diferencias con las vecinas, irritada artificialmente con agravios interesados, que quiere respirar y a la que el nacionalismo le propone la independencia y de paso el ansia de expansión, como solución mágica.

Por analogía, creo que esta dependencia podría superarse informando a la gente del peligro innato del nacionalismo del que conocemos sus terribles efectos en la Historia, demostrando que no existe tal ‘conflicto’ irritante con otras gentes, aflorando la posible corrupción subyacente y haciendo consciente la verdadera Historia y realidad de la sociedad; pues simplemente por pertenecer a un Estado más grande, una región puede obtener ayuda en caso de crisis, y también hay más mecanismos de control del poder no copados por los nacionalistas.

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