CONDUCTA.- Ciencia ficción: un final de película para nuestra civilización
Podemos a modo de divertimento imaginarnos una sociedad en que la amenaza medieval del castigo eterno en el infierno y la pena de prisión del Estado moderno se sustituirán por el bloqueo y la cancelación de los créditos y cuentas corrientes y por otras restricciones de acceso semejantes y la antiguamente efectiva pena de muerte por la de desconexión del sistema.
Piénsese por un momento que el ciudadano del pasado fuera del sistema tenía la posibilidad del autoabastecimiento y del trueque para su supervivencia. En el presente necesitamos dinero para vivir porque ya no somos capaces de reproducir todos los servicios que ofrece la sociedad en unidades de convivencia pequeñas y nos basamos en el comercio para conseguir a cambio de dinero todo lo que necesitamos y poco a poco ya ni siquiera va a servir el apelar a los buenos sentimientos segregados al considerar que ayudar a un pobre está contribuyendo a nuestra salvación espiritual. Pronto no habrá otra manera de estar en el sistema más que como cuentacorrentistas conectados por ordenador a la gran red unificada-multimedia.
Dejará así de tener sentido la Religión como instrumento de manipulación. La sumisión al poder ya no se demostrará mediante una ceremonia de conversión o la asistencia regular a los ritos. Las bases de datos sustituirán a los registros eclesiásticos y civiles y la transmisión remota de información sobre el estado de las cuentas y la capacidad de pago, pasarán a ser el objetivo del poder real.
Podemos, para apurar más la historia, pensar que no estamos lejos de la Patria Informática Absoluta (PIA). Un único sistema operativo mundial permitirá por fin la interconexión de los sistemas, los PCs y los móviles en la gran red local. De la inocente compra por teléfono o mediante el ordenador, pasaremos a la dependencia total de la red.
Con la dependencia de la red se habrá llegado por fin y rápidamente a la inmovilización total: como se podrá estudiar y trabajar en casa y se podrán realizar toda clase de actuaciones sin moverse del salón, los viajes pasarán a la historia. E incluso simplemente ir a la esquina empezará a desaconsejarse.
Se hará más difícil comunicarse libremente con otras personas: no se intentará ni estará bien visto ya abordar a un desconocido en la calle (¿y si tiene el sida o cualquier enfermedad infecciosa?). Además habrá demasiada inseguridad ciudadana. Juegos y producción serán actividades indiferentes y servidas a través del cable de la PIA. La televisión aérea no codificada desaparecerá definitivamente y dará lugar a la televisión controlada también por la PIA. La publicidad será servida a través de la red, personalizada según el poder adquisitivo y circunstancias particulares, para mayor eficacia.
Quien piense que exagero verá que ya se ha estado haciendo algo parecido que se nos asemeja más inocente pero que no lo es: todo puede ocurrir de la misma manera que se ha estado usando el antiguo servicio público de correos para usos comerciales puramente particulares (todo el mundo puede observar cómo crece la cantidad de basura comercial que llega personalizada a nuestra casa cada día, pero ¿de dónde sacan nuestros datos? ya los conocen todos).
La PIA no necesitará iglesias ni cárceles. Las ceremonias y ritos del control ideológico serán sustituidos por grandes programas de realidad virtual con sensores de tacto y olfato, además de los clásicos de imagen y sonido. El control posicional se realizará poniendo aduanas de crédito con claves de acceso por conducta, controladas via GPS mediante nuestro móvil.
Asistiremos a la promulgación de la jurisdicción de red, que solucionará y dará al fin termino por obsolescencia a los derechos penal, civil, eclesiástico y militar entre otros. El castigo de excomunión o destierro se sustituirán con la desconexión de la red, la libertad provisional por el de restricciones de acceso.
El sistema adoptará la forma de neofeudalismo. Los cónsules y duques manejarán la televisión y en reuniones anuales elegirán mediante votación restringida al nuevo gobierno de la PIA. Los nuevos condes controlarán el sistema financiero. Los marqueses tendrán a su cargo el control de las bases de datos unificadas. El brazo armado y cuerpo de seguridad serán los técnicos informáticos.
Pero todo esto, que avanzará inexorablemente, tendrá también limitaciones. Para empezar, como ocurre en el relato de Aldous Huxley «Un mundo feliz», siempre existirán «los salvajes», vivíparos, y con sentimientos fuera de la metrópolis, en el tercer mundo y por otro lado no todo el mundo cree en el sistema y se deja atrapar por la red de dependencia creada por el poder, el dinero, la religión, las creencias, y la idolatría de toda clase.
Ir al ÍNDICE
3 Comentarios »