El equilibrio es la clave de la conducta
No es una afirmación neo-budista ni nada parecido, aunque bien pudiera serlo por el contenido que verás. Se puede explicar el comportamiento humano, tanto individual como de grupo, mediante un modelo que se basa en el concepto de equilibrio. Nuestras acciones son siempre un intento de auto-defensa.
Si en algo coincidimos los químicos con los físicos es en la ley de la inercia. Ellos, gracias a Newton, afirman que un cuerpo está en equilibrio cuando la suma de todas las fuerzas que actúan sobre él es nula y permanece en reposo o en movimiento uniforme mientras no actúe sobre él una fuerza no equilibrada con otras y en ese caso a la fuerza ejercida se le opone una de igual magnitud y de sentido contrario que podemos llamar inercia. Los químicos lo expresamos mediante el concepto del Principio de Le Chatelier: «TODO SISTEMA EN EQUILIBRIO REACCIONA FRENTE A TODA ACCIÓN DEL AMBIENTE QUE TIENDA A MODIFICAR EL EQUILIBRIO, CON UNA REACCIÓN TAL QUE TIENDE A ANULAR EL EFECTO DE LA ACCIÓN DEL AMBIENTE.»
Pues resulta que el ser humano participa de tres clases de relación con el mundo exterior:
1/ Física, por ello está sujeto a las leyes físicas, como la gravedad,
2/ Química y biológica, por ello está tomando y expulsando continuamente materia con el medio,
3/ Intelectiva, de forma que está continuamente intercambiando ideas y pensamientos con otros.
En un estado ideal de reposo en ausencia de tensiones, las tres relaciones están en equilibrio.
Se ha llegado al equilibrio en cada caso buscando el nivel más bajo de energía, que es el más estable. En efecto el equilibrio continúa porque cuesta menos esfuerzo mantenerlo que modificarlo. El equilibrio es una situación estable y todas las demás posibles situaciones necesitan un estímulo, que consiste en aumentar la energía disponible.
Cualquier alteración del equilibrio provoca una reacción de autodefensa en el ser humano para oponerse. La naturaleza e intensidad de dicha reacción dependerá de la intensidad del estímulo y con él de la energía extra aportada, de las características físicas, de la constitución genética o biológica heredada y desarrollada a lo largo de la vida y de la educación, valores, experiencia vital que haya tenido.
La relación que nos interesa por ser específicamente humana es la intelectual. Tendemos a replicar en otros nuestras ideas a modo de reproducción cultural (para distinguirla de la biológica), como un modo de asegurar nuestra posición, creando afinidad con otros seres humanos.
A la moral individual, necesariamente egoista, que surge de nuestra naturaleza biológica, se suma la moral de grupo, resultado de seguir las pautas comunes de cada grupo al que pertenecemos. Hay mecanismos biológicos como el placer, que son un indicativo del beneficio de una acción de naturaleza biológica, y otros específicamente humanos, porque en nuestra especie se dan en gran escala, que son el prestigio, que estaría indicando el grado de estabilidad que obtiene el grupo con nuestras acciones. La moral individual nos impulsa a autodefendernos de forma egoista. La moral de grupo nos impulsa a defender el grupo que se caracteriza por tener una determinada afinidad biológica (familia, amigos) o ideológica (ideología, política).
Imaginemos que existe un GPS para saber cual será nuestra reacción, por donde echaremos a andar si nos ocurre algo. Una vez establecido el modelo, que sería como el mapa en el GPS, y nuestra constitución física, salud y relaciones con diversos grupos, que sería nuestra posición en ese GPS, es fácil deducir lo que ocurrirá: Nuestras acciones seguirán la pauta de expulsar la energía extra aportada por el estímulo y, aunque variarán en función de la ideología que hayamos asumido según los grupos a los que pertenezcamos, siempre consistirán en una clase de autodefensa.
Es una visión bastante determinista, salvo que no sabemos en realidad cual es la carga ideológica de cada cual y por tanto hasta que punto está resuelto a defender a su grupo. La única forma de influir en la conducta social es modificar la ideología de un ser humano. Los políticos son maestros en ésto. Pero no olvidemos que ellos, ante todo, son seres humanos, que, junto a su relación de pertenencia a un grupo o partido concreto, al que defenderán sin dudar, suelen tener muy desarrollado el sentido de su moral individual, de naturaleza claramente egoista.
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