Elegancia De La Sencillez
La diferencia entre la cultura heredera de la tradición occidental del Cristianismo y la derivada de la China del Taoísmo es abismal.
Toda la mitología incluida en los libros de la Biblia rezuma resentimiento y rencor, empezando por la escena del Pecado «Original» (!) y castigo en el Paraiso, hasta los cuatro evangelios, pasando por los Profetas.
Los libros chinos de esa época, al menos los de filosofía taoísta como el tao Te King, pregonan una concepción del mundo, tanto de la Naturaleza como de la Humanidad, sin «bueno» ni «malo» y por tanto sin castigo (ni premio) merecido.
Esa sencillez es de una elegancia sin igual y produce una inefable sensación de paz.
Como herencia, facilita la comprensión de la Naturaleza y del Universo.
¿Como puede ser así?
Porque la investigación científica, para avanzar en el conocimiento objetivo ha de abandonar las ideas morales, y analizar los hechos con total escepticismo. En la Naturaleza no hay «bueno» ni «malo». Las cosas suceden Sin Propósito global. Pensar de otro modo es modificar las observaciones para que den como resultado lo que esperamos encontrar.
De la misma forma el rencor y el rechazo a lo «malo», con la esperanza o creencia previa de que la Naturaleza ha de ser «buena» produce incomprensión de lo que nos sucede, impide ver objetivamente que lo que pasa no tiene nada que ver con nosotros, sino que simplemente sucede. Esa incomprensión es lo que produce más dolor del necesario, porque no admitimos que habiendo sido «buenos» podamos merecer tan «malas» consecuencias y no tengamos el premio que merecemos.