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La belleza de las formas

Hay formas que nos producen una inefable sensación de bienestar. Las distinguimos por su belleza. Deben haber factores culturales, pero también biológicos o innatos en estos estímulos para los sentimientos.

Esta misma semana vi en la televisión que hablaban del arte y unos individuos esparcían un montón de basura en medio de la sala e invitaban a unos niños a apreciar el arte que había en los objetos que se podían sacar de las bolsas aún medio llenas. Estoy harto de estafadores que nos intentan tomar el pelo (a mi ya no me queda mucho) con este tipo de cosas.

Burgos. La Catedral

Burgos. La Catedral

Tuve que hablar en una ocasión sobre la naturaleza del arte. La mejor definición que encontré, fue en un diccionario. Intento recordar lo que decía:

«Arte es el resultado de la actividad humana que produce belleza».

Esta definición nos lleva a otro problema: el de definir la belleza. El mismo diccionario (que si alguna vez lo encuentro citaré aquí mismo), decía que

«Belleza es la cualidad de un objeto de producir agrado al observarlo».

El conjunto de las dos definiciones nos lleva a una definición sintética.

«Arte es el resultado de la actividad humana que tiene la cualidad de producir agrado al observarlo».

Hay una definición más simple de arte que es la que usan los defensores de un arte alternativo como el de la pila de basura.

«Arte es aquello que los críticos consideran como arte».

Tiene el problema que a mi los críticos de arte, salvo excepciones, no me gustan ni con patatas.

Burgos. Arco de Santa María (desde la plaza de la Catedral)

Burgos. Arco de Santa María (desde la plaza de la Catedral). Foto cedida por @_GTB_

Siempre me ha obsesionado el asunto de la naturaleza de las formas. Las que constituyen las líneas básicas de los edificios como la catedral y el arco que se muestran, responden a fórmulas matemáticas muy precisas. La gracia del gótico es que las piedras ‘no pesan’. Hay un sistema de descarga de las tensiones a lo largo de toda la estructura, de forma que se pueden sustentar las bóvedas a decenas de metros del suelo como si fuera natural que se sostengan allí. Esas formas ‘tienen gracia’. Algo en nuestro interior nos transmite una sensación de agrado, como de reconocimiento en ellas de la forma primigenia origen de toda belleza.

Los seres vivos también tenemos formas. Si pensamos en el polimorfismo que supone la metamorfosis de muchos artrópodos, hay otra cuestión interesantísima: el ‘bicho’ sigue siendo el mismo todo el tiempo, y sin embargo la forma cambia radicalmente de la fase de huevo a gusano, luego a capullo o pupa y al final mariposa. La forma seguro que está definida por muy pocas ‘líneas de código’ en nuestro ADN. Se me antoja mucho más compleja la maraña de reacciones del metabolismo.

Arte en la mesa

Arte en la mesa. En «El Morito», entre la Plaza Mayor y la Catedral

Los cocineros de la nouvelle cuisine y lo que vino luego, consideraron arte sus creaciones. Para llegar a este punto hemos pasado por otros estilos de este arte. Al igual que tras el gótico vino el neoclásico, para llegar a la nueva cocina ha habido que pasar por una clase de románico, como el de la foto. Lo cierto es que según la definición dada al inicio, las ‘alpargatas’ de pan con tomate y jamón y los ‘huevos rotos’ son objetos producto de la actividad humana, que producen una sensación de agrado al contemplarlos. Mucho más agrado, infinito, diría yo, que el montón de basura que unos iluminados les mostraban a los escolares, quizá con el secreto propósito de volverlos un punto idiotas.

Otro día hablaré de la música.

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