Buenos días desde Segovia
Publicado en http://descubre.castelloninformacion.com/ el 17 de diciembre de 2014
Segovia se hace más chica y confortable conforme uno va conociendo las grandes urbes. Es como volver a los paisajes de la infancia, que recordamos inmensos, y después resulta que no son así. Tiene el tamaño ideal para una visita de ida y vuelta en el mismo día. Aunque, como es natural, si queremos conocerla mejor hay que quedarse a dormir allí en algunos de sus numerosos hoteles y pensiones al alcance de cualquier bolsillo, y embeberse de todo lo más que se pueda, Frío incluido, porque siendo como es una ciudad castellana, en invierno se hace respetar plantándole cara al más valiente. Aparte de las actividades organizadas por los poderes públicos y por la iniciativa particular, en una visita sin preparar, hay dos cosas que se pueden disfrutar: la arquitectura y espacio urbanístico y la gastronomía.
Hablando desde un punto de vista arquitectónico, además del más famoso Acueducto romano, el orgulloso Alcázar y la poderosa Catedral gótica tardía, nos salen a cada paso las iglesias románicas, y posteriores, que sazonan cada espacio significativo de la ciudad. Subir la cuesta desde el pie del acueducto a la Plaza Mayor y luego ir bajando hacia el Oeste hasta el Alcázar, es el itinerario básico recomendado. Desde el balcón que es la explanada frente al Alcázar, soportando la fuerte brisa que casi siempre sopla allí, se divisa al Norte un paisaje soberbio, con otros monumentos como la iglesia templaria circular, de planta dodecagonal de la Vera Cruz y el monasterio del Parral, así como la Casa de la Moneda o Real Ingenio, al margen del rio Eresma. De vuelta se puede ver más cerca del lado Sur de la ciudad, la Judería. Se trata de vestigios que hablan de un rico y complejo pasado. Los comerciantes que saben el cautivador efecto y seducción que la visita a Segovia produce en el forastero, aprovechan poniendo a la disposición del visitante numerosos souvenirs, en forma de productos alimenticios para cocinar los platos locales, pastelerías muy bien surtidas, herramientas típicas, azulejos y figuras de cerámica, llaves, sombreros y toda la parafernalia de recuerdos con sabor español, habitual en todos los sitios turísticos.
Hablábamos acerca de dormir en Segovia, en el primer párrafo. Tan necesario como dormir es comer. ¿Qué puedo decir sobre la cocina segoviana que no se haya dicho ya? La conocemos por el cochinillo al horno, popularizado por Cándido, pero sin embargo el plato típico de siempre, como en el resto de Castilla, es el cordero al horno, que lo hacen perfecto. Pero se atreven con pescado, aunque debe ser el lugar de España más alejado de cualquier mar. Los postres son exquisitos. El vino, producido cerca. También se puede encontrar cocina moderna, más conceptual y refinada. De modo que hay para todos los gustos. Todo invita a repetir. A un paso de Madrid, con buenas comunicaciones por autopista y con el AVE, no hay excusa para no buscar un momento propicio, o desviarse unas horas de un viaje en que pasemos cerca, hacer una buena escapada en compañía, olvidarse de las prisas y disfrutar de la vida como lo hacen los buenos castellanos.
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