La Catedral de Burgos
La Catedral de Burgos: Una joya del gótico, adornada armónicamente con elementos renacentistas, con unas agujas en sus torres que desafían a la inteligencia y a los avatares del paso del tiempo
Durante los 15 años que viví en Burgos he visto la catedral ‘desde abajo’. He disfrutado de su estilizada y equilibrada, majestuosa arquitectura, de la perfección de sus esculturas, de la luz y color de sus vidrieras, de la música que desprenden sus órganos, de los espacios que encierran sus muros y de su presencia constante hacia la que se vuelven los ojos instintivamente. Alguien imagina la catedral como un navío que surca hacia el oeste, anclado en medio de la ciudad que la vio crecer. Es la visión del ser humano admirando su extraordinaria belleza. Una joya del gótico, adornada armónicamente con elementos renacentistas, con unas agujas en sus torres que desafían a la inteligencia y a los avatares del paso del tiempo.

Catedral de Burgos – Las agujas de Juan de Colonia, como pirámides de encaje, coronando sus torres invitan a mirar hacia arriba

Catedral de Burgos – La vista más repetida: la Fachada de Santa María, desde lo alto, en la puerta de San Nicolás, al Noroeste

Catedral de Burgos – El cimborrio de Juan de Vallejo desde dentro. Una delicada corona renacentista sobre el gótico más puro

Catedral de Burgos – Detalle del coro de Felipe Bigarny, con los tubos de uno de los órganos sobresaliendo

Catedral de Burgos – Otra vista del cimborrio donde se aprecian los distintos niveles, profusamente adornados
Esta vez he tenido ocasión de contemplar la catedral ‘desde arriba’, ya que tuve el privilegio de poder subir a su cubierta, desde la que contemplé lo que nunca imaginé, porque sin subir a la altura hubiera necesitado afinar la mirada con un catalejo para lograr apenas parte de la información y sensaciones, que pude sentir y tocar y que vi cara a cara.

Catedral de Burgos – El cimborrio que corona el crucero, visto desde arriba, plagado de esculturas, con detalles que no se aprecian desde la calle

Catedral de Burgos – La Plaza de San Fernando vista desde lo alto. Al fondo el arco de Santa María. Más allá la ciudad

Catedral de Burgos – Las Llanas vistas desde la cubierta. Obsérvese la magnitud humana comparada con la Catedral

Catedral de Burgos – Adornos y esculturas donde nadie podría pensar que están, no hechas para el disfrute humano, «Dios lo ve».
Desde arriba tiene uno la sensación de que lo que está viendo no es lo que vemos los seres humanos, sino lo que ve la catedral. Desde arriba hay dos pensamientos que surgen inmediatamente. El primero es que la catedral es tan rica en arte desde arriba como a ras de suelo. En cada esquina, en cada muro hay profusión de esculturas, bellísimas, serenas, con una riqueza expresiva propia de grandes artistas. ‘Dios lo ve’ es la frase que define el por qué. No lo hicieron para los hombres. Ese arte era una ofrenda a Dios de unas gentes que vivieron en un mundo en que la religión era la savia que alimentaba el tronco del árbol social. Si no, ¿qué otra explicación le daremos?
El segundo es que a la vista de la catedral los humanos somos muy poca cosa. Todos nuestros problemas e inquietudes se reducen a nada, vistos desde la grandiosidad del edificio. Esa enseñanza es, además de valiosa, difícil de olvidar con el impacto que esa visión causa. He comprendido más cosas en una sola visita que en los quince años anteriores que estaba integrada en mi mundo cotidiano.

Catedral de Burgos – Figura de un niño jugando con un perro, en la base de una de las columnas del interior del templo
Burgos no es un lugar. Burgos se queda en el corazón de los que hemos tenido la fortuna de disfrutar de la estancia allí.