Nubes
Serán sólo agua, pero parecen algodón, hacen de techo y sacan los mejores colores al cielo
Las nubes están formadas por minúsculas gotitas de agua líquida (o incluso helada) que se ha condensado, pasando de fase gaseosa a fase líquida en una miriada de puntos. Esto sucede cuando la concentración de vapor de agua (gaseoso), en la mezcla de gases que forma el aire, supera el valor para el que se alcanza la saturación, o sea el valor de la máxima proporción de vapor de agua que puede permanecer como gas mezclado con los otros gases (nitrógeno, oxígeno, bióxido de carbono y gases nobles) sin condensar, para una temperatura y presión determinada. Eso ocurre casi siempre allá en lo alto (si es en lo bajo se forma niebla), cuando el aire húmedo está lo suficientemente frío, pues el aire admite menos humedad en forma de vapor cuando baja la temperatura. Si sigue el proceso de condensación, se forman gotitas más grandes que caen, juntándose con otras y arrastrándolas en su caída, con lo que tenemos lluvia.
A veces las nubes asustan, como si el cielo quisiera caer sobre nosotros y arrasar todo lo que consideramos nuestro. Como un castigo, como una amenaza. Invitan a recogerse y a esperar, a meditar a decidir acerca de la dirección a seguir.
A veces las nubes son el decorado perfecto para disfrutar de los colores. Si no viéramos el azul como tal, nos parecería que el naranja o el amarillo no tienen importancia. Sólo a media luz distinguimos todos los colores sin que limiten la capacidad de ver. Las nubes hacen de cortina.
Otras veces las nubes, ya pasada la tormenta, dan una idea de la inmensidad y de la profundidad, dan perspectiva a nuestro horizonte, evocan un lejano destino. El mundo está hecho de millones de millones de millones de pequeñas cosas, cada una sin mucha importancia, pero que todas juntas son todo.