«El día de la marmota», metáfora de nuestras vidas
El tiempo es un bien renovable. A lo largo de la vida representamos nuestro papel en varios actos y distintas escenas, como si de un teatro se tratara. Depende de la actitud propia que la estancia y el resultado sea un éxito y pueda disfrutarse.
Este clásico del cine americano de humor cuyo título original es «Grounhog Day» («Atrapado en el Tiempo – El día de la marmota» en español) protagonizado por Bill Murray y Andie MacDowell en 1993, nos angustia y divierte a la vez. Además da varias enseñanzas muy valiosas si las queremos ver.
Para cualquiera que tenga una cierta edad, es evidente que normalmente a lo largo de la vida se vive en un número limitado de lugares y de situaciones: se nace, se va a la escuela y se juega en un sitio, se estudia una profesión en otro, luego uno forma una familia, se traslada por su trabajo y más tarde vive una vida de jubilado. Cada uno de estos periodos es como un «acto«. Dentro de cada acto suceden diversas «escenas«. Pero basta ver nuestra colección de fotos y descubrimos los mismos escenarios y los mismos personajes dentro de cada acto. En ese sentido en nuestra vida vivimos varios «días de la marmota«. Muchos días seguidos que son un calco unos de otros. Estamos «atrapados en el tiempo» hasta que se cambia de «acto». Entonces, un día de repente, cambian también los escenarios, las personas y las acciones. Pasó el momento de aprovechar la situación anterior y no se puede hacer nada por evitarlo, porque no hay vuelta atrás.
Al igual que en la película, cada día que empieza dentro de un acto, tenemos la oportunidad de vivir de una forma o de otra. Si adoptamos una actitud de prepotencia y desprecio, todo lo que nos ocurre es malo o se percibe como tal. Sin embargo, en el momento en que decidimos aprovechar el día y ser una persona útil a las demás, todo cambia para bien a nuestro alrededor. No depende del sitio o del tiempo, sino de nosotros mismos. Un día de mitad del invierno en un lugar perdido puede acabar siendo un día insuperable sin que sea necesario todo lo accesorio que nos rodea habitualmente y que acabamos considerando como valioso. Como decía el mensaje de la famosa canción de los Beatles «todo lo que necesitas es amor» («All you need is Love«).
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