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Existe vida inteligente: «Abrir en Caso de Apocalipsis» por Lewis Dartnell

Lewis Dartnell hace un breve pero efectivo relato sobre cómo la humanidad superviviente podría recuperar parte de los conocimientos y tecnología que nos facilitan la vida, aunque sea en una forma básica, tras una catástrofe apocalíptica. Procurar cosechas, fabricar tejidos y productos químicos, obtener energía, saliendo adelante lo menos mal parados posible. Y quizá sin pretenderlo, nos muestra lo frágil que es nuestra humanidad.

Relacionado con el post anterior sobre el libro de Taleb, «Antifrágil…», me parece interesante recordar algunos post míos, escritos antes de conocer de su existencia, en torno a la permanencia o supervivencia, bastante antes también de mis trabajos sobre Planes de Continuidad (que sirven para mejorar la capacidad de la empresa para sobrevivir a la crisis y a la catástrofe), en los que aparece insistentemente el mismo concepto de ‘fragilidad’:

https://3palmeras.wordpress.com/2013/01/13/el-final-del-homo-sapiens-nuestra-especie-podria-estar-extinguiendose/

https://3palmeras.wordpress.com/2015/05/11/la-fragilidad-de-la-vida-en-la-tierra/

https://3palmeras.wordpress.com/2012/03/02/fragilidad/

https://3palmeras.wordpress.com/2012/08/07/las-burbujas-provocan-atascos/

https://3palmeras.wordpress.com/2012/05/13/la-fragilidad-de-nuestra-civilizacion/

Ese interés por la fragilidad y la continuidad me ha llevado a leer otro libro actual que enfoca el tema desde el punto de vista de la reconstrucción de la civilización, tras un desastre global.

«Abrir en caso de Apocalipsis», de Lewis Dartnell,

es pues uno de esos textos que me hubiera gustado escribir a mi, ya que tanto me preocupa la fragilidad y dependencias de nuestro modo de vida. Se trata de proporcionar una guía práctica para restablecer nuestro sistema de vida ‘moderno’ o industrializado tras un incidente catastrófico que merme en gran medida la humanidad y destruya nuestra tecnología.

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Es un texto fácilmente comprensible para un lector medianamente formado en los principios básicos de ciencias, aunque no necesita ningún conocimiento previo específico. Cumple bastante bien esa misión, dando por supuesto ciertas condiciones implícitas (que pensándolo bien no es realista que se cumplan, pues no tiene en cuenta que la gente no va a disponer precisamente de este texto, salvado de las destrucción en caso de catástrofe global, ni contempla el aspecto de las relaciones humanas, por fuerza severamente afectadas en un caso como el que plantea, agravadas por las luchas entre clanes o tribus, que sin duda existirán tras un incidente apocalíptico).

Así pasa revista a distintos aspectos habituales en nuestra vida en una sociedad compleja y civilizada, proponiendo formas ‘antiguas’ o ‘sencillas’ de conseguir activar la agricultura, producir tejidos, productos químicos básicos, obtener materiales e instrumentos útiles etc. Es como volver a la vida como fue en el siglo pasado o incluso en la edad media, con algunas pinceladas post-industriales tipo «Mad Max». Echo en falta dedicar un espacio al comercio y al dinero o medios de pago y ahorro. Aunque supongo que la civilización post-apocalíptica descubrirá por si misma esos aspectos.

Pero hay dos reflexiones a hacer:

No hay que presuponer una disposición positiva y creativa en los supervivientes, viviendo para reactivar todas las comodidades que nos son conocidas, tras mucho esfuerzo. Esto es mucho suponer. En épocas convulsas con una menor población, la obsesión fue siempre la seguridad, y así se amurallaron los asentamientos y se dedicó mucho esfuerzo y destreza a la guerra y su industria de producción de armas para luchar con otras tribus o naciones.

Tampoco es realista presuponer que la humanidad sobreviviente querrá seguir precisamente la senda de reinvención de la ciudad y de la vida tecnificada. Puede que en las condiciones resultantes de un gran cataclismo, la humanidad prefiera vivir más en un estado salvaje, con pocos recursos. Quizá estén ‘quemados’ acerca de adonde nos ha llevado la tecnología de nuestra civilización o quieran fundar algo más sostenible, descartando nuestra particular vía basada en un consumo espectacular de energía y de recursos. También será normal que hordas de ‘salvajes’ ataquen a los que intenten aumentar su producción agrícola o ganadera, con la simple finalidad de alimentarse aprovechando el esfuerzo ajeno.

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Por otro lado, lo que yo más bien veo son otras dos enseñanzas, de las que se hubiera podido hacer más énfasis en el libro:

La sociedad en la que vivimos es mucho más compleja de lo que somos capaces de imaginar. Hoy en día no hay nadie capaz de conocer, y mucho menos de dominar, la globalidad de tecnología y complicación del mundo en que vivimos. Añadamos a esto los secretos industriales acerca de técnicas de fabricación para evitar las copias de parte de la competencia. Esa complejidad proporciona también fragilidad a nuestro modo de vida, pues estamos sometidos a innumerables estímulos destructivos, es decir: nuestra sociedad se ve demasiado afectada por los cambios, sean económicos, políticos o de fenómenos naturales. La capacidad de auto-regeneración debería estar más sólidamente fundada, haciendo que el saber y el conocimiento de lo esencial para la supervivencia sin necesidad de nuestra actual tecnología (básicamente el contenido del libro de Dartnell), estuviera más extendido.

El libro de Dartnell podría muy bien servir también de vacuna para hacer más redundante nuestro desarrollo, siguiendo en paralelo otros modos de conducta que no tengan en si mismos la semilla de su propia destrucción. No estamos creando un modo de vida que sea ni por asomo sostenible en el sentido de ser resistente ante un conjunto de circunstancias. Si en la Edad Media los monasterios preservaron el saber de la antigüedad y fueron la semilla de un nuevo renacer, podría haber instituciones creadas expresamente con ese fin, auto-suficientes, que estuvieran por un lado atentas al desarrollo de nuestra tecnología y por otro lado no nos necesitaran para seguir adelante, que serían los núcleos de un nuevo futuro si todo se derrumba por un cataclismo.

Esas enseñanzas implícitas y esa reacción que produce el libro, consistente en reflexiona sobre lo mucho que tenemos para disfrutar y el modo de preservarlo, son suficientes avales para leer este libro.

Los gobiernos a veces se comportan como chicos adolescentes de pelea como para ver quien es más ‘gallito’. Una misión de nuestros gobernantes tendría que ser detectar las fragilidades de la sociedad y procurar medios para su supervivencia, teniendo en cuenta todos los factores. No solo los dedicados a alimentarnos, vestirnos, dotarnos de medicamentos y de confort, sino los dedicados a nuestra defensa y capacidad de reacción frente a circunstancias que nos sobrepasen.

Morir vamos a morir todos, pero que sea dentro de muchos años.

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