Ildefonso le da vueltas a la cuestión del tiempo
Es muy curioso el concepto de tiempo desde la física relativista y aderezándolo con la cuántica. Parece que el tiempo es una propiedad cuántica que tiene como unidad mínima el tiempo de Planck. Ildefonso, el protagonista de ‘Ida y vuelta’ le da vueltas al coco con esto.
Copio lo que dice Google, con su IA:
El tiempo de Planck es la unidad de tiempo más pequeña posible en la física, equivalente a aproximadamente 5.39×10^(−44) segundos. Representa el intervalo de tiempo más corto que se puede medir y se considera el límite en el que las leyes de la física cuántica y la relatividad general comienzan a entrar en conflicto, siendo el momento después del cual el universo comienza a evolucionar según las leyes que conocemos. Se calcula a partir de tres constantes fundamentales: la constante de Planck (ℎ), la velocidad de la luz en el vacío (𝑐) y la constante de gravitación universal (𝐺).
Ahora, si pensamos en un proceso que se desarrolla en nuestro universo, como el movimiento de un electrón en un átomo de hidrógeno, se trata de una sucesión de momentos, de los que se podrían distinguir en cada segundo una secuencia de ‘5,34 por 10 elevado a 44‘ instantes. Podemos imaginar que se trata de una película que en lugar de 30 imágenes por segundo, tiene esa enorme burrada de imágenes en cada segundo. Esta película sería enormemente aburrida para observar el estado de un solo electrón, pues la posición del mismo cambiaría una cantidad absolutamenrte insignificante de una imagen a otra en la secuencia. Representar el proceso a lo largo del tiempo de un solo segundo en el que ese simple electrón se movía por el espacio nos llevaría seguramente a un consumo de recursos mayor que el que existe en toda la Tierra a la vez durante un lapso mayor que el de la edad de la propia Tierra.
SI esa representación de un solo segundo fuera tridimensional tendría que crearse para ‘5,34 por 10 elevado a 44‘ instantes. Si eso ocurre para un solo electrón, veamos lo necesario para representar un solo mol de hidrógeno (aprox. un gramo) que contiene 6,023×10^23 unidades. Lo que daría un resultado de 5x6x10^(44+23) imágenes = 3×10^(68) unidades. Si ahora lo multiplicamos por el conjunto de partículas que hay en el universo, no en un mol de hidrógeno, que es aprox. un gramo, sino en los miles de millones, de miles de millones, de miles de millones, … etc. de gramos de materia del universo, eso nos da una idea de lo que sería necesario para seguir los procesos que ocurren en el universo entero si éste tuviera solo tres dimensiones. Los procesos para desarrollarse en el espacio requerirían tantas versiones del universo como unidades de esa hipotética representación a la vez de todas sus partículas en movimiento,… en cada segundo.
El tiempo es un gran invento porque hace que el espacio sea reutilizable. En efecto, no se necesita representar cada estado de un sistema durante el proceso, sino que basta que se disponga de un marco de referencia espacial tridimensional y unas ecuaciones en las que se relacione la posición de los elementos del sistema en esa referencia en función de la variable tiempo. No es preciso que se generen tantos universos como los que hacen falta para representar cada instante del tiempo de Planck de un proceso. El mismo universo en el que se ha movido el tiempo, aloja el proceso en las distintas posiciones o estados por los que pasa, con lo que se simplifica, por un factor de 10^44 cada segundo que pasa, la necesidad de universos distintos en los que suceden los procesos.
El tiempo por tanto es el método que emplea el universo para poder alojar procesos. Gracias al tiempo podemos percibir que los procesos son cambios en las unidades de la materia, sin que sea necesario que se vuelva a crear continuamente todo el universo tantas veces como exigiría el tiempo de Planck para alojar todos sus procesos.
Todo lo anterior es si vemos el tiempo desde un lugar tranquilo del universo, como es la Tierra, en donde la temperatura es del orden de 300 ºK y estamos lejos de las enormes radiaciones y mareas gravitacionales del centro de la galaxia. La otra forma de pensar sobre esto es imaginar el tiempo desde un agujero negro. La relatividad nos indica que nada sale de un pozo gravitatorio como es un agujero negro, ni siquiera la luz, si el observador está más adentro del horizonte de sucesos. Si un objeto se mueve justo en esa barrera del horizonte de sucesos, cualquier cosa que suceda es observada desde fuera como inmovil, como si se mantuviera su proceso en la duración de un tiempo infinito. No se puede ver nada que esté dentro del horizonte, porque la luz no puede salir e informarnos, pero sin embargo la luz puede seguir entrando y desde dentro se verán los procesos que suceden fuera. Si una vez que la materia entra en el agujero se dirige sin remedio a la singularidad y la gravedad en la singularidad es un infinito, en esas condiciones el tiempo en la singularidad habrá desaparecido. El observador que estuviera en la singularidad estaría en la eternidad, donde el tiempo no existe. Desde la eternidad lo que ocurre fuera, en el mundo real, ocurre de manera loca, todo en un instante del tiempo eterno. Todo a la vez. Lo que tiene que ser, es inmediatamente. Lo que no tiene que ser, no es nunca, no existe. A ver si va a ser lo que ocurre en el momento de la muerte, que se entra en un estado en que no se puede salir y se detiene el tiempo y por eso todo lo que ocurre, y ha ocurrido, en el mundo de los vivos se percibe a la vez por parte del que pasa el horizonte de sucesos de la muerte en un solo instante…

¿Qué quién es Ildefonso? Os lo tenía que haber dicho: es el personaje de mi nuevo relato, «Ida y Vuelta«, donde se contarán las experiencias de un viajero habitual de cercanías, que ve el mundo desde su vagón, en periodos de abono de transporte mensuales. Aparecerá tarde o temprano en este o en otro canal.
Continuará…
