Mi playita favorita
Una forma de hacer ejercicio en verano es darse un baño. Pero descartando las playas abarrotadas, el mar abierto, las piscinas y el sol abrasador, una buena opción es la playita semicircular tras el muro que proteje la costa sur del puerto de Burriana, caminar un rato hasta allí de mañana desde casa, bañarse antes de que apriete el calor y volver pronto con todo el día por delante.
Ya se hace de día. Desayunar, ponerse el bañador y el sombrero, coger el caminito que a tramos es medio salvaje por la arena y llegar a un paraje semi olvidado que alberga una pequeña ‘concesión’ tras el muro que proteje la costa entre Burriana y Nules. Un lugar tranquilo, contraste de la vida ciudadana y lejos de las multitudes con las que convivimos a diario. Allí se ha formado una playa que tendrá unos 60 m de diámetro, con suelo de arena, poco profunda, con aguas limpias renovadas constantemente por el oleaje que entra mansamente por la ‘boca’ que da al mar entre los muros que protejen la zona de la erosión y que aprovechan también algunos pescadores de caña como su atalaya.
El lugar, a modo de pequeño puerto, no es gran cosa, pero es una buena excusa para caminar un poco (en mi caso unos 3 Km ida que se hacen en tres cuartos de hora y otros tantos de vuelta desde el faro de Nules); saludar a los escasos vecinos que se cruzan; bañarse unos minutos sin el riesgo que tiene el mar abierto que toma en esta costa rápidamente profundidad, o sin el agua compartida de una piscina; secarse al salir sin perder tiempo tostándose al sol; y emprender el camino de vuelta para llegar de nuevo a casa al tiempo en que muchos veraneantes están aún desayunando, para tomar una ducha y quitar la sal. Con ello camino un tiempo saludable, hora y media sumando los dos tramos sin cansancio, que resulta estimulante para todo el día.
Este modo de proceder hace que llegar sea un premio tras el camino que hay que emprender, en forma de metáfora de casi todo lo que vale la pena, que hay que lograr con esfuerzo y ganas. Combinando disfrutar de caminar con disfrutar del baño y luego del pequeño esfuerzo de volver al lugar de origen. Se parece mucho a esforzarse por conseguir cualquier otro objetivo. Disfrutando del juego se aprende a disfrutar del esfuerzo.












Hay en la zona otra playita semejante más al sur, aunque con el suelo parcialmente cubierto por roca. Me extraña que no hayan dejado unas cuantos más, pues es una solución perfecta para proteger la costa con los muros y al mismo tiempo facilitar el baño a los vecinos del lugar.
Veranear en un sitio que no es turístico es una modalidad que ayuda a hacer lo que no se puede hacer durante todo el año si vives en una gran ciudad: librarse de estar siempre entre la gente que está en todas partes; disfrutar del paisaje; escuchar como principal sonido el murmullo del mar y el piar de los pájaros y algún perro temeroso que llama a sus dueños ante mi presencia; relajarse y buscar nuevas razones para los proyectos que tenemos en curso, en medio del paso del tiempo que, inexorablemente, nos lleva en su poderosa corriente a nuestro destino.