Lecturas del verano. Parte I
En mi personal ‘curso’ de verano, este año he elegído unas cuantas lecturas que me resultan de provecho. Sobre todo de Economía, pero no solo. La cuestión de la racionalidad, las correctas decisiones y la aleatoriedad han copado la primera parte del verano, de la mano de unos grandes divulgadores.
Nota: Las referencias para la compra y las imágenes son en su mayoría de la página de la Casa del Libro. Sólo la de ‘Ruido’ es de Amazon.
Pensar rápido, pensar despacio

Pensar rápido, pensar despacio es uno de esos libros de referencia casi universal. Es curioso que a este autor, Kahneman, le hayan dado el Premio Nobel de Economia por su trabajo como psicólogo. Está relacionado con las teorías sobre decisiones en un entorno de incertidumbre. Refuerza la idea de que la Economía es la ciencia de las decisiones humanas en sociedad, sobre bienes escasos y su optimización. Demuestra que nuestras decisiones pretenden, pero no son, del todo racionales y se producen por la acción de dos procesos distintos de decisión que incorporamos. Uno es rápido para superar situaciones que requieren decisiones inmediatas y otro lento que se dedica a las más complejas. Prueba el autor que ambos procesos son manipulables.
Por si las voces vuelven

Por si las voces vuelven es un libro que nos transporta a la forma de ver la realidad y lo que se siente con una mente dominada por la locura. Impresionante testimonio autobiográfico de su autor, Ángel Martin, que se pone en el lugar del enfermo. Ayuda a valorar el enorme esfuerzo por superar la locura y auto -reconstruirse. También sirve para saber cómo se puede ayudar en la tarea de la reconstrucción y evitar los errores dolorosos para el enfermo.
El loco de Dios en el fin del mundo

El loco de Dios en el fin del mundo es un libro con un relato autobiográfico escrito en modo crónica periodística en que el autor, Javier Cercas, está sometido a un proceso personal de determinación de sus propios valores y creencias. Es un magnífico texto escrito en primera persona, obra de un ateo confeso en busca de respuestas a las promesas nucleares del cristianismo, aprovechando el extraño viaje del Papa Francisco a Mongolia. Se lee con interés su persecución tenaz para asegurarse de que en el seno de la Iglesia el clero cree realmente en la Resurrección de la Carne y la Vida Eterna y aprovecha para diseccionar la personalidad de Bergoglio, el Papa Francisco.
¿Existe la suerte?

¿Existe la suerte?, es un libro escrito con sentido del humor por Nassim Nicholas Taleb, del que yo disfruté leyendo anteriormente su Antifragil. Aquí nos demuestra que muchos de los éxitos de los que presumimos son resultado del azar y no de poseer supuestas cualidades especiales en la toma de nuestras decisiones. Con solvencia, explica el efecto de la incertidumbre y de los sesgos en los fallos del razonamiento. Las emociones enmascaran el juicio y toman el control de nuestras acciones. Por ello defiende la Estadística frente a las creencias impulsivas y defiende el Estoicismo y la actitud noble, en su sentido clásico, frente al destino.
San Manuel Bueno, martir.

San Manuel Bueno, martir. Este pequeño texto clásico de Unamuno, quedó ahí resonando y esperando su turno tras la lectura del libro de Cercas sobre Bergoglio. Cuenta la historia de un cura de pueblo que mantiene su sermón y credo sobre la Resurrección de la Carne y la Vida Eterna, pese a mantener en secreto el hecho de haber perdido la fe, y lo hace en beneficio de la paz de espíritu de sus feligreses. Acaba siendo santo para ellos, a pesar de su ateismo sobrevenido. Se supone que canaliza las propias dudas existenciales de su autor, que, contadas en tercera persona, ha influido con ellas en otros pensadores, como el autor de «El loco de Dios…«
El andar del borracho

El andar del borracho tiene un subtítulo que es su mejor descripción: «Cómo el azar gobierna nuestras vidas«. Leonard Mlodinow, guionista de La Guerra de las Galaxias y de Startrek, divulgador científico y colaborador de Hawking, retoma los conceptos de Kahneman sobre el pensamiento como base para las decisiones. Insiste en la idea de que ni los éxitos ni los fracasos son totalmente nuestros. Más bien son mayoritariamente obra del azar, es decir: aleatorios. Similares en cierto modo al movimiento browniano, cuya explicación le valió a Einstein su premio Nobel de Física.
Ruido

Ruido sirve de continuación al otro gran libro de Kahneman («Pensar rápido, pensar despacio«) visto al principio, este con otros dos coautores, Sibony y Sunstein. La falta de equidad en el juicio, influenciado tanto por la aleatoriedad como por la misma función del cerebro, se manifiesta en forma de sesgos y de ruido. El primer fenómeno es el objeto principal del «Pensar rápido…». Ahora se ofrecen formas de medir la dispersión, el ruido, mediante la Estadística, y de mitigarla mediante el conocimiento, pericia y consenso, empleando reglas claras y definidas de decisión.
El mito del votante racional

Siempre se había creido que los agentes económicos eran racionales en sus decisiones. Los trabajos de los psicólogos en los últimos 50 años han aportado una dosis de humildad frente a esta creencia, haciendo de paso más relevante su trabajo. Me reafirmo en que la Estadística es, después de todo, la única ciencia válida porque aporta su respaldo al empirismo, frente a desarrollos teoricos sin contacto con la realidad y filosóficos basados en postulados no contrastados con los hechos.
El mito del votante racional será el último de esta lista, por el momento. Bryan Caplan, siguiendo la estela de Kahneman y de Mlodinow, se esfuerza en mostrar las causas y las consecuencias de la irracionalidad de los votantes, sin dejar ningún resquicio a la posibilidad de mejora, por el divorcio total de las creencias del público en general frente a las de los economistas y público ilustrado. Esta visión descansa en el convencimiento de que todo se sustenta en el voto en los sistemas democráticos. Deja un mal estado de ánimo ante la desesperanza de cambio o de solución.
Sin embargo yo creo que las instituciones y las leyes juegan un papel semejante al del cuerpo en los seres vivos, por oposición a una reacción ocasional frente a las circunstancias locales que sería el voto. Mi esperanza es que las otras instituciones establecidas del estado sirvan de muro de contención ante decisiones equivocadas de los poderes legislativo y ejecutivo, que son siempre solamente el resultado de las ultimas votaciones, ya que tal cuerpo de instituciones y leyes fijo ha pervivido en la practica ante otras circunstancias, lo que da garantía de continuidad.
Conclusiones
Tras la apabullante sensación de que no pintamos nada, que nuestras decisiones son mayormente caóticas y que solo el azar tiene las claves de nuestro destino, me surge de allá adentro una cierta sensación de rebeldía. Esa rebeldía es prima hermana de la tozudez y de la determinación, consistente en que costará más o menos, pero yo tengo unas cosas que hacer y las voy a llevar a término sin que me importen mucho los obstáculos. Al fin y al cabo siempre me tocó conseguir las cosas a pulso sin el empujón del destino del que disfrutan algunos. Probablemente nuestra mente usa su diseño y funcionamiento un tanto arbitrario e irracional porque eso supone una ventaja competitiva en un ambiente en que convivimos con depredadores que es mejor que no sepan cuál será nuestra siguiente jugada. Con estos mimbres, o sea con esta mente, es con la que pretendo lograr mi objetivo.
Continuará…
