Prevenir y curar el cáncer
Publicado en http://www.castelloninformacion.com el 21 de octubre de 2013
Este último sábado 19 de octubre ha sido el Día Internacional Contra el Cáncer de Mama. En España, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), muchos medios de comunicación y un número incontable de particulares, han apoyado una campaña de concienciación para que las mujeres se hagan chequeos de autocontrol y mamografías que puedan alertar precozmente de la aparición de un tumor y contribuir de esta forma a mejorar las expectativas de curación en caso de la aparición de la enfermedad. Whatsap, por ejemplo, se inundó de lazos rosa para llamar la atención sobre la fecha.
El que suscribe, hombre, contribuyó de una manera (mínima) difundiendo en Twitter un cartel que sugería la forma de realizar esos autocontroles. Creo que aunque ahora hay muchos medios de obtener información de las pautas de prevención a seguir y también los poderes públicos prevén sus propias campañas médicas periódicas dirigidas a la población con más riesgo, está muy bien que hagamos lo necesario para que, cuanta más población mejor, se acoja a los medios disponibles, a fin de evitar demoras en el tratamiento adecuado, que pueden ser decisivas en la curación. Gracias a la mejora de los medios de prevención y tratamiento, un porcentaje cada vez mayor de cánceres se cura. Vale la pena dedicar la atención a estos asuntos, porque luego no hay excusas, la enfermedad no pide permiso y en este caso sus efectos son devastadores.
Yo mismo he sido (digamos más propiamente, soy) paciente de cáncer. En mi caso, de próstata. La prevención es vital. En el caso de los hombres, el cáncer de próstata es uno de los más frecuentes. A mi me lo detectaron en un control rutinario dirigido a mayores de 50 años, en mi empresa, basado en la determinación del PSA en sangre, como parte de los análisis anuales y que fue completado con los demás controles que me encargó el urólogo. Siendo una mala noticia la que recibí, me alegré de que fuera de esa forma, pues no apreciaba ningún síntoma y de haber pasado más tiempo hubiera comprometido la curación, al extenderse el tumor. La solución decidida fue cirugía y, de momento, dos años y medio más tarde, no ha hecho falta ningún otro tratamiento complementario y sigo haciéndome los controles periódicos para vigilar una posible recidiva.
La curación del cáncer no es sólo cosa del médico. La mejor forma de curar es anticiparse con la prevención, pero si se ha declarado la enfermedad, además de los cuidados médicos, son muy importantes otros cuidados. Empezando por el que se da uno a si mismo: hay cosas que no tienen remedio, suceden y es inútil hacerse la pregunta “¿porqué a mi, precisamente?”. Por tanto la actitud del paciente ha de ser la de vivir con lo que hay. No tener más miedo que el que hay que tener al cruzar la calle, para que no te atropelle un camión. Muchos enfermos de cáncer hemos aprovechado para plantearnos cuales son nuestras prioridades en la vida. Por ejemplo, contribuir a que el conocimiento, acumulado en toda la carrera profesional y toda la vida, no se pierda.
Yo abrí un blog (este que estas leyendo) con ese fin. Pero también tomar las cosas con la importancia relativa que tienen, evitando cargar sobre los hombros pesos innecesarios o que corresponden a otros. Estar más tiempo con los que quieres. Hacer aquellas cosas que uno ha estado relegando o evitando por no se sabe qué falso respeto a la opinión ajena. Los familiares y amigos han de tener en cuenta que un enfermo de cáncer necesita mimos. Aunque no lo diga, aunque sea el que ha mantenido la casa. Y comprensión, de que ahora no tiene la misma capacidad que antes en algunas cosas. El cáncer afecta a una parte del cuerpo, pero a lo que ataca siempre es a la mente. Tener razones para vivir hace tanto efecto como la mejor medicina. Y todos sabemos cómo se pueden dar esa clase de píldoras cariñosas.