El ajedrez como escuela de negocios / 2
Aun a riesgo de ser reincidente, no me resisto a insistir, en esta quinta entrega sobre el ajedrez, en aquello que se puede aprender para ‘los negocios’ y para la vida en general de la práctica de este noble juego.
En la mítica película de Ingmar Bergman, «El Séptimo Sello«, una auténtica escenificación de la medieval Rueda de la Fortuna, el caballero, protagonista de la historia, juega al ajedrez con La Muerte. Todos sabemos que esa partida no se gana nunca. Incluso eso es una enseñanza fundamental que nos muestra el juego del ajedrez, y que nos haría reflexionar acerca de la vanidad de considerar que somos casi omnipotentes, cuando sabemos de antemano que vamos a perder una partida fundamental. Sobre esa base se puede construir un mundo más justo. Con menos prepotencia y orgullo. En realidad en eso puede que consista realmente el Pecado Original, en ser conscientes de que estamos destinados a morir, y no en el ansia de saber acerca del conocimiento bien y del mal, que es legítimo como toda ansia de conocimiento, y que el Génesis apunta como causa de la pérdida del Paraíso.

A veces jugamos con negras
Pero volvamos a nuestro hilo. Continuaremos donde los dejamos en el anterior post sobre El ajedrez como escuela de negocios.
11. Si no juegan las figuras propias, gana el contrario. Los mejores, los líderes, si que han de emplear sus armas para fortalecer al resto.
En el ajedrez vemos claramente que desde la misma apertura hay que ‘sacar a jugar a las figuras’. La potencia ha de estar disponible desde el principio a fin de desarrollar nuestro juego y superar al contrario. El liderazgo se demuestra de forma que los ‘jefes’ han de dar ejemplo y no esconderse tras los ‘peones’.
12. No hay manera de prever el futuro, pues depende del juego del rival, y con ello los presupuestos. En consecuencia se necesita la adaptación al cambio continuamente.
Todo lo que se dice en las escuelas de negocio de la gestión del cambio se fundamenta en que no hay mejor presupuesto que actuar según viene el juego, dentro de los límites que nos hayamos marcado. En un mundo cambiante, planificar a cinco años es suicida. Cada año habría que planificar estratégicamente y cada mes, e incluso cada semana en algunos casos, rectificar el plan de negocio, según esté la situación en nuestro entorno.
13. A veces hay que hacer un regalo para obtener un resultado más valioso, una situación más ventajosa.
Se llama sacrificio, y en ajedrez gambito. Sacrificar algo que nos es querido, para obtener algo mejor. Los gambitos del ajedrez se hacen para acabar ganando. Suponen una pérdida momentánea, para ganar el objetivo del juego. Nuestros padres hicieron muchos sacrificios para conseguir que tuviéramos una buena educación.
14. Con tiempo escaso se cometen errores de bulto. Ante una situación que parece fácil, hay que ver ‘si tiene truco’.
Maduración. Es la palabra que define lo que hay que hacer con las ideas y los proyectos, antes que dar un paso en falso. No siempre lo que ‘es pan comido‘ resulta tan ventajoso. Puede ser un gambito del contrario para llevarnos a su terreno.
15. Sólo se puede ganar siguiendo las reglas del juego. Cualquier otra opción llena de vergüenza cuando se sabe.
Ganar haciendo trampas no es ganar. Es mejor vencer por mérito propio, porque da una supremacía moral frente a los que ganan con engaños. El descrédito reputacional del tramposo le persigue ya por el resto.
16. En ajedrez el jaque se avisa. Es un juego de caballeros. Ninguna jugada está oculta.
La base es el respeto. Los famosos stakeholders (o ‘partes interesadas’) de los negocios, que aparecen en todos los sistemas de gestión normalizados, tienen derecho a saber ‘qué se cuece’ en la empresa, cuál es su estrategia y sus objetivos a largo plazo. Sólo de esa forma, si se recibe apoyo será con plena libertad y convencimiento. El respeto promueve la confianza.
17. La igualdad se negocia cuando ninguna de las partes puede tener predominio. Pero se pacta.
Las ‘tablas’ del ajedrez significan que ambos contendientes saben que no pueden derrotar al otro y es entonces cuando llegan a un acuerdo que los convierte en iguales. Y puede que hasta colaboren.
18. Aunque el rey juegue poco, todo gira en torno suyo. Tanto para defenderlo como para atacar al rival. Para ganar hay que mantener a salvo al propio rey.
La jerarquía, y en particular el logo de nuestra empresa, para bien o para mal, es el que hay y hay que defenderlo. Si no te gusta, hay otras opciones.
19. La permanencia en un puesto está en función de la utilidad que tenga al equipo. Siempre puede ser sacrificada. Mientras siga en activo, su existencia define las prioridades reales.
A veces no sabemos porqué alguien medra en la entidad. Sin duda es porque representa lo que de verdad quiere su clase dirigente. Aun así, nadie tiene seguro su puesto si no resulta útil a la compañía. En una empresa permaneceremos mientras aportemos algo de valor a los fines de la empresa, no porque seamos más inteligentes o más guapos…
20. Tras un largo aprendizaje se llega a dar pequeños, pero seguros, pasos. La enseñanza sirve para saber lo que no saldrá bien.
Parece que los grandes maestros juegan de forma sencilla. No te confíes. Es toda la sabiduría concentrada. Ellos saben lo que no suele funcionar. Recuerda lo de «un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la Humanidad«.
Lo que es posible suele materializarse:
Esto no hubiera sido posible sin tomar las notas necesarias en los momentos precisos:
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