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¿Se acerca el día del Gran Apagón?

Ya sabemos que la economía de mercado sufre crisis periódicas. Quitando la de la pandemia, que no es periódica sino que ha venido como un extra aleatorio, la siguiente crisis periódica, puede estar preparándose previsiblemente en el corto plazo. Pero ¿de qué tipo será?

Sin luz ni wifi

He mencionado el apagón, que es una manifestación de la carestía, aunque la forma más general de nombrarla sería crisis de suministros, pues la energía es uno de los suministros. Todas las crisis no son iguales. La que viene no es como la última, como veremos luego.

La crisis del 2008

En un resumen muy simplificado, en la crisis del 2008 la gente se había gastado sus ahorros comprado un montón de bonos con una interesante rentabilidad continuada, por lo que daba la sensación de que los precios podían subir sin que nunca pareciera alcanzarse el final y todos iban a acabar ganando dinero. De pronto, se vio que los títulos que se consideraba que tenían un valor, pues representaban propiedades inmobiliarias, resultó que eran basura. Y todos se dieron cuenta de que en realidad no tenían dinero. Así que ‘todo’ se paró. La corrección, muy lenta, comandada por los bancos centrales, incluyendo tipos de interés muy bajos, ha durado años. Si bien un par de años antes de que todo saltara por los aires, ya había algunos ‘avisos’, procedentes del propio funcionamiento del sistema. También en la de 1994 hubo indicadores preocupantes desde 2 años antes.

Por tanto la crisis del 2008 contada en pocas palabras es que de un día para otro la gente no podía comprar lo que el día antes estaba de sobras a su alcance. Sin flujo de dinero, la circulación de bienes, que ocurre ‘a cambio de los justificantes‘ que llamamos dinero, dejó también de existir al ritmo anterior. Lo demás ya lo sabemos…

El dinero es una mercancía. Mi resumen de la crisis del 2008 es que de repente se produjo una carencia de la mercancía que llamamos dinero, o de su equivalente, el crédito, que circula en sentido contrario al de los bienes que se compran con él.

La calle a oscuras

Un modelo de crisis económica

El modelo económico de la crisis que propongo se representa como un atasco en la circulación de una autopista. Ya hemos visto en un antiguo post mío, de 2013, basado en otro anterior, de 2011, cómo funciona el modelo. Invito al lector a que relea esos posts. Pero vamos a contarlo de nuevo, brevemente, con otras palabras.

Los vehículos de una autopista circulan a gran velocidad, dejando espacio detrás de ellos para los que siguen. Si los vehículos en su marcha no dependen de los que van delante, es decir: si hay poco tráfico, todo es muy fácil. La autopista puede procesar todo el tráfico sin limitación de capacidad. Pero si circulan más coches y hay algo que entorpezca la marcha de los que ‘van delante’ y se produce un alcance de los que ‘van detrás’, la capacidad de la autopista en ese punto disminuye, y hace que los segundos tengan que adaptarse frenando su marcha. Ocurre lo mismo si hay vehículos que ‘corren demasiado‘ y alcanzan a otros que están delante. La línea de separación de fases, que separa a la fase de los de delante, que van más lentos, de la de los de detrás, que corren más, se va entonces moviendo hacia atrás en el sentido de marcha y afectando a más y más vehículos. Esto ocurre porque la marcha de un vehículo está condicionada por los que van delante, ya que no circulan solos. Hay por tanto una clase de equilibrio o tensión previa en todo el sistema entre ambas fases.

En la autopista, sin atasco, o circulando con poco tráfico, todo es más fácil

El atasco

El atasco, cuando se produce, primero se consolida y hasta puede llegar a parar los vehículos. Luego se va diluyendo por la parte de los vehículos que van delante de la zona afectada, a baja velocidad. A esa baja velocidad los coches ocupan poco, porque están muy juntos a los de delante y la capacidad de la autopista como proceso, medida en número de vehículos que atraviesan un umbral en un periodo de tiempo, es superior a la que tendría a más velocidad, porque los coches circulando más rápidos emplean más espacio por seguridad y ‘caben menos’ en un determinado espacio, de modo que a una alta velocidad reducen la capacidad de tráfico de la autopista.

Esta paradoja se traduce en que el atasco se diluye a poca velocidad, que es cuando la autopista tiene más capacidad, hasta que el tramo afectado soporta de nuevo todo el flujo que le llega y se restituye el funcionamiento normal, porque en cada periodo de tiempo ya no llega tanto tráfico que colapse el tramo.

Cuando hay atasco nada funciona

La próxima crisis

Aquí y ahora hemos pasado una pandemia que ha disminuido las necesidades de suministros al haber parte de la población confinada o en trabajo remoto.

Consideremos el flujo suministradores -> productores o fabricantes -> clientes. 

Algunos suministradores han adaptado su producción, disminuyendo su capacidad en la pandemia, para no incurrir en gastos excesivos. Todo ello ha sido en un entorno tensionado en que la producción es cada vez más justo a tiempo.

También ha habido una reducción de las fuentes de energía por motivos ideológicos relacionados con el cambio climático, por cierre de centrales de carbón y relacionados con movimientos ecologistas, por demora de la renovación o de la construcción de nuevas centrales nucleares.

Los suministradores yendo ‘por delante‘ de los productores o fabricantes, han reducido pues su marcha en la pandemia, por distintos motivos, lo que nos lleva a una situación más débil por tener menos opciones. Pero al ir cesando la pandemia, los productores necesitan de los suministradoresmás velocidad‘ de los suministros, y ahora estos no pueden adaptarse de repente a la velocidad de los productores que vienen detrás, ansiosos por producir más para adaptarse a su vez a las peticiones de los clientes. Además un entorno de carestía de un suministro lo sube de precio y para un suministrador resulta agradable tener en un momento dado tantas peticiones de productores dispuestos a pagar más para no quedarse sin sus ventas a los clientes.

Luz al final

Los clientes están hartos de restricciones y muchos de ellos han podido ahorrar en los meses en que no han podido gastar como solía ser de costumbre. Esto es cierto para la mayoría. Aunque en la pandemia, una parte de los ciudadanos se ha arruinado, una parte mas grande pudo ahorrar por haber estado trabajando sin gastar al mismo ritmo de antes de la pandemia. Además los estados modernos se han endeudado hasta los dientes para ayudar un poco a los que se han arruinado.

No es por tanto está vez una crisis de falta de dinero como la del 2008, sino que de repente los ciudadanos estamos yendo a mucha más velocidad de la que puede ofrecer la industria y los productores de componentes.

En España las crisis económicas son cada 14 años (si, tras 7 años de vacas flacas y otros 7 de vacas gordas, igual como anticipó José de Egipto). Es decir, han ocurrido recientemente en 1966, 1980, 1994 y 2008. El caso es que la crisis periódica que ‘tenía que ocurrir’ en el 2022, 14 años después de la del 2008 , se diría que se está viendo venir en el horizonte, por una vez, como una crisis de carestía del otro lado del comercio: del lado de los fabricantes. Igual que pasó en el 2008, que un par de años antes ya había síntomas preocupantes, estamos viendo ahora que se está formando un importante atasco en ciernes en la economía.

El problema

El problema es que esta vez nos pilla con una deuda pública brutal, con mucho dinero para gastar en manos del público o posibles clientes, y en unas condiciones poco optimizadas para salir sin daños. En estas condiciones probablemente habrá carestía, tal vez apagones y aumentará la inflación porque hay dinero para gastar: la famosa y temida estanflación: estancamiento simultáneo con la inflación. Una sucursal de la tormenta perfecta. Puede que no sea el Gran Apagón, pero si algo que no nos va a gustar. Y tampoco nos gustarán las secuelas: como en cada crisis más pobreza, más molestias y peores condiciones durante un tiempo.

No aprendemos: lo que puede ir mal acaba mal

Conclusiones:

Puede que la crisis del 2022, de la que (como se ve en el enlace anterior) algunos hablaban en 2020, y que parecería que se está preparando, nunca ocurra. No importa, aun con motivos de preocupación hay que seguir adelante. Yo no creo que tengamos el panorama apocalíptico de un Mad Max, pero está claro que se están produciendo ya, y durante un tiempo se producirán, perturbaciones en el mundo económico que nos afectarán a todos. De una manera o de otra acabará ‘pasando’, como han pasado las anteriores. A cada crisis el mundo se marca con nuevas cicatrices y sigue su marcha. Pero ya no es nunca lo mismo de ‘antes’. La siguiente crisis después de la de 2022, será probablemente en 2036. Pero antes tendremos que pasar esta, y luego ya hablaremos… Puede que desde la Luna o desde Marte.

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